TEORÍA DE CONOCIMIENTO

Con el derrumbe de las grandes totalidades universales que han gobernado a la humanidad y el tránsito de la modernidad a la postmodernidad académica, han insurgido nuevos paradigmas, modelos de pensamiento y narrativas científicas emergentes, es decir, nuevos modos de pensar la construcción de las ciencias. Estas rupturas epistémicas han puesto en evidencia la insuficiencia del método científico, propio de la lógica positivista, como camino para la generación del conocimiento en el campo de las ciencias sociales.

En este sentido, la base del conocimiento en esencia universal, es  también infinito y cambiante, de acuerdo a las posturas que adopte el hombre en su acercamiento  al mismo, donde no deja de estar presente  la incertidumbre en la predicción y disposición frente a los fenómenos. De allí que el reto está en  sobrevivir a lo incierto; tomando en cuenta que el mismo origen de la vida es un misterio; aún sin descifrar.

La incertidumbre humana está marcada por lo cognitivo y lo histórico. En cuanto a lo  cognitivo al concebirse desde lo  cerebral conduce al error; lo psíquico está sujeto a la interpretación y lo epistemológico, entra  en crisis de la filosofía y de la ciencia, a partir de las posturas de Nietzsche, Bachelard y Popper.  En lo que respecta a lo histórico, los diversos acontecimientos que se producido en tiempo han desviado o cambiado el rumbo de grandes imperios, posturas sociales, económicas, religiosas, culturales, por lo que el mañana es incierto.  Todo ello obliga a pensar de manera contextualizada y totalizada frente a las informaciones y conocimientos que se debaten entre el error y la mentira.

Tal consideración permite detenerse de manera consciente en algunos caminos; el primero es la ecología de la acción, donde los hechos pueden desviarse del propósito inicial, llegando incluso a resultar contrario al mismo, cuyas consecuencias también pueden ser impredecibles. El segundo camino hace pensar en la estrategia, en un intento por estar preparados para enfrentar lo que está por venir. El tercer camino es apostar por la incertidumbre, con fe esperanza ante lo desconocido, pues la misma vida del hombre es una aventura.

El  ser humano está atravesando por uno de los momentos más complejos que le ha tocado vivir a través de su historia, debido a la convergencia de “interconexiones múltiples” (Mato y Agudo, 2000, p.25) e interferencias que se están suscitando en las prácticas sociales. Esto ha desequilibrado al viejo orden, creándose así la necesidad de nuevos órdenes que atiendan a la complejidad de un mundo local dentro de uno global.

La modernidad, como se denominó el viejo orden, tuvo que pagar un precio muy alto para lograr su desarrollo. En aras de la búsqueda de verdades absolutas a través del desarrollo científico, del que no se niega su inmenso valor, sacrificó la base emocional del ser humano. La razón dominó el pensamiento y se sacrificó la emoción, parte esencial constituyente del individuo, Morín(1999) lo denomina como el bucle razón-afecto-impulso, que conforma al ser humano. Aunque se consiguió el bienestar se perdió la felicidad.

Como consecuencia de esta situación, los actores sociales, agotados de tanta racionalización, iniciaron ya desde hace cierto tiempo, una búsqueda de la felicidad pérdida por diferentes caminos, bien sea religiosos, metafísicos, astrológicos, filosóficos entre otros. Como una de esas vías calificadas por Rigoberto Lanz como “como un estallido cultural que apenas comienza” (Suplemento Cultural Ultimas Noticias 21 de Marzo de 1999). Surgió un nuevo paradigma que unos han llamado Postmodernidad como Lyotard(Citado en Sootang y Arenas, 1995), aunque otros no estén de acuerdo con la denominación como Octavio Paz(1996), quien expresa que “...la era postmoderna denominación equívoca y contradictoria, como la idea misma de la postmodernidad” (El romanticismo y la poesía p.26) y decide llamarlo “Tiempo sin Medidas”.  Resulta claro este paradigma, no importa con el nombre que se le determine, trata de orientar el camino a seguir o mostrar una vía para abordar el “Aquí y el Ahora”.

La presencia de estas posturas coincidentes y divergentes sólo demuestra la existencia de las verdades relativas. Por eso surgen diferentes interpretaciones o construcciones de los actores sociales sobre un momento convergente. Es por eso que se hace necesario comprender y aprehender que la realidad real, el tiempo y el espacio está fuera del ser humano. Lo que existen son construcciones, interpretaciones que éste ha hecho de ellos. Creer lo contrario sería una Ceguera del Conocimiento, tal como lo expresa Morín(1999).

Y precisamente lo que existen son constructos, producto de una visión de mundo de una entidad compleja, que responde a un espacio y a un tiempo dentro de un contexto global. Sencillamente por las interrelaciones entre actores sociales provenientes de o asentados en diversos espacios bien sea internacionales, nacionales o locales y sus respectivos sistemas de interpretación y prácticas asociadas a ellos; entonces se requiere reflexionar en este momento de incertidumbre.

Pero esta cavilación debe fundamentarse en el respeto como principio ético, a los constructos del ser humano conformado diálogicamente por la razón y la emoción, de donde surge nuestra conciencia y espíritu humano que es la base para enseñar la ética venidera, y conceptualizado como unidad en la diversidad multdimensional dentro de un contexto local con conciencia de lo global, inmerso en un mundo donde existen fenómenos de interconexiones e interdependencias, signado por la globalización. En esta línea Morín(1999) propone “al ser humano hay que concebirlo en su esencia y en sus relaciones dentro de un contexto tomando en cuenta las dimensiones... que lo conforman como la parte en el todo y el todo en la parte”

Reflexión que debe asumir que ha llegado el momento de que se produzca una valorización global de las identidades individuales. En consecuencia, esa reflexión sobre la búsqueda de vías adecuadas que den respuestas a este ser humano, en este momento convergente, en este momento de transición debe hacerse no trasladando modelos existentes por muy exitosos que hayan sido, sino sustentada en “las realidades relativas con conciencia del contexto”.  Morín(1999), al respecto insiste en que “cualquier conocimiento” y agregaría acción “sobre el ser humano debe ser contextualizado”.

Finalmente, la reflexión debe percibir a la localidad en la globalidad, la existencia del uno en función de la conciencia del otro. No debe ser de otra manera, sólo así se podrá crear una identidad con conciencia de lo colectivo, una identidad local con conciencia de lo global


En resumidas cuentas, los procesos investigativos, requiere crear  herramientas al individuo centrada en la condición humana a fin de lograr la identidad y conciencia terrenal, es decir, conciencia global más allá de la individualidad que lo conduzcan a la  lucidez en la búsqueda de conocimiento del mundo conjugando las partes y el todo para enfrentar el desafío de la complejidad, porque el futuro es incierto.

El libro total

Comentarios

  1. Estimado Edgar, enhorabuena por el trabajo emprendido.
    Me parece interesante la publicación que haces, con la cual me haces recordar la crítica que en su momento planteó I. Kant al empirismo y racionalismo imperante en su período, cuando expuso la necesidad de colocar en primer lugar el proceso de la valoración de la razón con la finalidad de determinar si es capaz de dar respuesta a los problemas que analiza, dando lugar así al Idealismo Trascendental o Criticismo.
    A pesar de ubicarnos actualmente en un momento postmodernista, considero que sus interrogantes se mantienen vigentes, dado que aún se suelen plantear en cada investigador inquietudes referentes a “¿qué puedo conocer?, ¿qué puedo esperar?, ¿qué puedo hacer?, ¿por dónde debo comenzar?”.
    En consecuencia, seguiremos aprendiendo, ahora en medio de esa incertidumbre humana que enuncias y que debe tener presente la contextualización del proceso de conocimiento.

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  2. Quiero aportar, la necesidad de romper cerco que existe a sobre el conocimiento, cuando me encontraba leyendo el libro Hitler gano la guerra, me encontré que el ganador del premio nobel de economía por su aporte a la teoría de los juegos, el matemático estadounidense John Nash, había refutado la teoría del padre de la economía moderna, Alan Smith, publicada 1776 en su obra “la riqueza de la naciones” y cito:” de que el máximo nivel de bienestar social se genera cuando cada individuo, en forma egoísta, persigue su bienestar individual, y nada más que ello”; parezca increíble, el autor del libro economista, conoció del tema a través de una película en Hollywood “una mente brillante”, la cual gano 4 óscar. Seguimos utilizando en las clases de economía a Alan Smith y no se debate la esencia del conocimiento.

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